Me gusta pasear por La Villa, vagar entre sus paredes blancas salpicadas de geranios de mil colores. Aspirar los olores del sofrito para el almuerzo. Pararme a escuchar el ruido de las bicicletas cuesta abajo, las regañinas de las madres, las risas de los niños, y de fondo, siempre...el silencio.
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