Fotohistorias

martes, 12 de enero de 2010

Inmigraciones




Desde mi ventana el paisaje de Oujda es seco y agreste. Monótono como si tuviera miedo a descompasar el traqueteo del tren. Los pocos árboles que aparecen en las afueras son eucaliptos. No importa.
Cuando pisas el suelo en las estribaciones del Rift la vida no tiene más remedio que ser dura, deshidratada, lenta como si el reloj biológico estuviera a punto de agotar sus pilas. Cuando andas sobre esta tierra pierdes poco a poco el líquido vital, se evapora tu energía y empiezas a morir sin darte cuenta. Tu minúscula existencia importa poco en esta inmensidad rígida y polvorienta en la que, hagas lo que hagas, todo seguirá igual a la mañana siguiente.



http://www.youtube.com/watch?v=mN5GlQu6ZNE&feature=related