Fotohistorias

lunes, 27 de abril de 2009

El vendedor de sonrisas



La ciudad bullía descontrolada. Todo el mundo daba voces tensando los nervios como las cuerdas de una guitarra.El joven esperaba sentado en la puerta de la medina y llamaba la atención de todos los transeúntes para venderles una sonrisa. Casi nadie se daba cuenta de su presencia y algunos pasaban de largo pensando que no podían pagar el precio .Pronto en toda Fez se corrió la voz de que, por tan sólo una mirada amable,un gesto amigo o una leve caricia podía obtenerse tan preciado bien.Desde entonces todos los habitantes y turistas cada vez que entran en la ciudad buscan al joven y, así, a lo largo del día no pueden parar de sonreírse unos a otros

sábado, 18 de abril de 2009

Noche en Fez


A pesar de la hora de la noche, el calor del día se resistía a marchar. Hombres sentados por todos lados y mujeres de pie, realizando las últimas compras para continuar la tarea en casa. Pasmados espectadores de la incesante actividad del otro sexo.Pronto actores y espectadores se reunirán con naturalidad en el hogar, esperando la inevitable llegada del próximo día. Seguramente, no muy lejos, alguna mujer pasará la noche con los ojos abiertos, pensativa..soñando con utilizar las telas rosas de su ropa para sustituir la ajada cortina del salón y , así, poder sentir en su piel los agradables calores de la noche marroquí.
Esos calores que todavía aguantan hasta altas horas de la madrugada.

domingo, 12 de abril de 2009

Belchite



Anochece, hemos llegado tarde.Pero hace muchos años otros llegaron demasiado temprano... o no deberían haber llegado nunca. No hace falta cerrar los ojos para que el ruido de los disparos llegue a tus oídos. Un monumento al error.

sábado, 11 de abril de 2009

El acróbata


Daba volteretas sin parar para ganarse unas monedas, sin embargo la sonrisa no se desdibujaba de su cara con las acrobacias. Parecía gustarle su trabajo, además del dinerillo extra, su vanidad se alimentaba a cada giro imposible. Su cuerpo moldeado con los juegos de la calle y el Sol marroquí le permitia todo esto. Ójala su alegría sea eterna, ójala su mente siga haciendo piruetas burlonas cuando su cuerpo tenga que dedicarse a otros menesteres.